Es cierto como que el sol sale por el Oeste, que a cualquier hombre que se precie (es decir, que sea heterosexual) le llaman la atención dos tetas grandes. Biológicamente, en el ser humano es el cuerpo de la mujer el que atrae sexualmente a su compañero, y lo hace a base de curvas y de otra serie de estímulos sensoriales que a estas alturas los hombres ya hemos olvidado. Porque, la pura verdad, es que en la actualidad las hembras humanas atraen a sus machos principalmente por el tamaño de sus caderas y el de sus pechos; y estos últimos, al estar en la parte frontal, son los que primero se encuentran y tienen el poder máximo de hacerse con su potencial presa (el varón en cuestión, vamos).
Mucho habría que hablar sobre el tamaño de los pechos en la evolución humana, si nos atenemos solamente a la parte biológica. Por qué las tetas grandes son el símbolo máximo del atractivo de la mujer para un hombre no está realmente comprendido, porque también en esto han influido mucho ciertos mitos. Al contrario que las caderas anchas, no se puede relacionar el tamaño de los pechos con la facilidad para la concepción y el parto; de hecho, está comprobado que los senos de mayor tamaño dificultan la lactancia al taponar las fosas nasales de los hijos; y no tienen nada que ver con la producción de leche materna, ya es que esta depende íntegramente de la capacidad de las glándulas mamarias. Aunque supongo que este descubrimiento se ha hecho recientemente, y seguramente el mito comenzó por relacionar unos grandes pechos con una buena salud y nutrición, sabiendo que en otras épocas las hambrunas causaban estragos entre la población, y la desnutrición era causa de malos embarazos, partos complicados y mortalidad en los hijos de corta edad; así, se puede entender que, tetas gordas, igual a buena madre.
De todas formas, toda esta polémica es algo inútil, porque hay algo claro como ya dije al principio: de entrada, las chicas tetonas son las que triunfan. Y poco importan las razones para ello, quizá tras milenios de evolución consigamos que esto cambie, pero hoy por hoy es un hecho consumado. Tanto es así, que cada vez hay más jovencitas que quieren pasar por quirófano para aumentar su talla de pecho, seguras de que eso les abrirá puertas no solo con los tíos, sino en la sociedad en general. Y es que durante años es lo que han visto, e incluso lo que les han inculcado sus madres y abuelas: una buena pechera te mete a la gente en el bolsillo; también lo han visto en la tele, el cine, las revistas, y en la multitud de videos porno que pueden ver en las páginas web, sin nada de ropa para esto sea más palpable. Bueno, en realidad en la pornografía poco importa cómo sea la fémina en cuestión, porque ya va por delante que será una guarra desnuda que tendrá al tío de turno babeando por ella en menos que canta un gallo; sin embargo, no verás en esas webs xxx de nada de chicas con tetitas, ¿verdad? Por supuesto, la de tetonas ocupa un lugar primordial en el menú.
Hasta ahora, la biología evolutiva no nos da directrices para saber hacia dónde se encaminarán los gustos en los años venideros; ni si los cuerpos humanos sufrirán transformaciones, o las modas, de alguna manera, harán que los senos enormes dejen de gustar tanto. Porque incluso aunque estéticamente no estén de actualidad, como ya pasó algunos siglos atrás, la realidad es que el hombre no dejaba de sentirse atraído por unos buenos pechotes, mal que después la fémina en cuestión no se adaptara a los cánones de belleza. Y bueno, si al fin no se desentraña este misterio, siempre será un punto de ventaja para todas las mujeres tetonas del mundo.